lunes, 30 de abril de 2007

Paisajes íntimos de espacios torrenciales

Mido con una clepsidra el tiempo entre viaje y viaje...


Lo sé de memoria, pero me gusta que el rigor de la imagen y la letra escrita, me fortalezcan cuando siento en el oído el susurro que electriza mi cuerpo hasta los pies, así que busco mis antiguas y manoseadas libretas de viaje. Hace veinte años sé que solo andando recorro los acuáticos caminos que me roban el día y la noche, mas todavía necesito la constancia impresa, que me ordena como un canto.

Tanto he amado la cámara que compartía alma conmigo y tanto me ha amado la cámara adaptándose a mis manos, a mis ojos, que ha sabido y podido reflejar lo que existe tras la fotografía. La voz del agua, su grito de alegría, los profundos y lentos meandros de su pensamiento, susurros, murmullos, arcanos de sabiduría, fabulaciones, dirán algunos.

Quiero permanecer toda la eternidad como un cíclope dormido, acariciado mi cuerpo trémulo por el vaho que escapa de la orilla y la magia helada de las aguas de primavera, de verano, de otoño, de invierno...

El agua virgen, el rio joven, me suscitan niveles tan superiores de conciencia que cuando esta cae, vertiginosa y bellísima, es Parvati... hija de la montaña

Buscaba comunicación y soledad, y supe que hay que serpear más de una vez junto a este río, o junto a otro como dice Heráclito, pero siguiendo el mismo camino.


Hoy, vuelvo la vista al sendero recorrido para recrear a cámara lenta la excitación que produce la violenta belleza del agua, mientras anoto que debo acompañar otra vez el discurrir de ese río, que quizás ya sea otro, pero siguiendo el mismo camino.

Unos segundos separan mis ojos del deseo. El instante en que capto mi imaginada aventura. El crujido de mis botas en los guijarros. Mi corazón bate como el de un pájaro. Las chispas de luz como un incendio, el aire tintineando el movimiento de las aguas... ya, clic clac.

J.L. Borges hablaba de un pájaro que volaba, con la cabeza girada, mirando hacia atrás, no porque no quisiese saber hacia donde iba. Si no que queria saber donde habia estado...

Yo intento hacer lo mismo, humilde fotógrafo, quiero que mis imágenes sean rápidas e instantáneas pero a cámara lenta... como el surrealista sueño de un cetáceo, que se hunde volteando y volteando, bajando en espiral, hacia las profundidades gélidas de su mar austral, viendo luces tintineantes en la cuasi abisal penumbra...

Mis fotografias quieren ser sensuales, pasionales, ruidosas, atmosféricas, silenciosas, reflexivas, acuáticas, llenas de luz y de abstracción.